lunes, 7 de octubre de 2013

He escrito para niños y jóvenes a la intemperie.


 A lo largo de este artículo, Gabriel Janer Manila intenta mostrar las emociones, pensamientos y comportamientos de los isleños y la forma en la que estos aspectos inciden en la literatura y en la forma de escribir. Explica que, cuando todos los caminos te llevan al mar te sientes en la intemperie, libre, y ese momento se acercas bastante a lo que entendemos por paraíso.

Asimismo, todo aquel ser alejado del mar tiene una extraordinaria visión del mismo, pero para los que cercano a él viven existe una doble vertiente. Por un lado, una asombrosa belleza y atracción que te hacen recordar el lugar permanentemente, pero por otro, se entiende el mar como un lugar de piratas, de tiburones, de bandidos y de cosas malas. Lo cierto es que, sea como sea, aquellos que crecen en una isla viven escuchando cientos de historias y leyendas y, de esta forma, viajan, exploran y conocen otros mundos, desarrollando su imaginación e introduciéndose en un mundo de sueños.

Por este motivo, Janer entiende una isla como su casa, como un lugar en el cual puede desarrollar su imaginación, sentirse libre y recrearse. Es un lugar lleno de literatura y donde cualquiera tiene algo que contar.

A lo largo del escrito se le da mucha importancia a la palabra como fuente principal de significado, relacionándola con una isla por su sentido pleno y solitario. Con esta aproximación se pretende hacer una metáfora entre la palabra y la isla, interpretando la isla como una parte y fuente de inspiración esencial de la literatura.

Los niños que crecen con historias crecen con literatura y antes de saber de su existencia ya comienzan a valorarla y apreciarla. Por este motivo, pienso que es tan importante llevar a los niños a lugares imaginarios desde tempranas edades, y la mejor forma de hacerlo es a través de pequeñas historias mediante las cuales poder disfrutar y estimar la literatura, porque la literatura no solo son los cánones literarios, ni mucho menos, literatura es mucho más, abarca desde una simple palabra alejada de todo contexto hasta un cuento inventado por un anciano.  Por tanto, deberíamos plantearnos una necesaria reestructuración de lo que entendemos hoy en día por literatura y centrar nuestra atención en lo realmente importante, que los niños se interesen por la literatura y no que arbitrariamente lean los escritos estipulados por entendidos que, en muchas ocasiones, no conocen ni los gustos ni las preferencias de los pequeños lectores.

En conclusión, destacar que, no importa donde nazcas porque la literatura está en todas partes y de todo se puede hacer literatura, lo importante es saber potenciarla y extraer de ella todos los aspectos positivos que se pueden desarrollar en los niños. Que nunca se pierda la buena costumbre de contar historias a los más pequeños, porque es la forma más sencilla de viajar y explorar nuevos mundos imaginarios, dando rienda suelta a la imaginación y a los sueños.  

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