A lo largo de este artículo, Gabriel
Janer Manila intenta mostrar las emociones, pensamientos y comportamientos de
los isleños y la forma en la que estos aspectos inciden en la literatura y en
la forma de escribir. Explica que, cuando todos los caminos te llevan al mar te
sientes en la intemperie, libre, y ese momento se acercas bastante a lo que
entendemos por paraíso.
Asimismo, todo aquel ser alejado del mar tiene una extraordinaria visión
del mismo, pero para los que cercano a él viven existe una doble vertiente. Por
un lado, una asombrosa belleza y atracción que te hacen recordar el lugar
permanentemente, pero por otro, se entiende el mar como un lugar de piratas, de
tiburones, de bandidos y de cosas malas. Lo cierto es que, sea como sea,
aquellos que crecen en una isla viven escuchando cientos de historias y
leyendas y, de esta forma, viajan, exploran y conocen otros mundos,
desarrollando su imaginación e introduciéndose en un mundo de sueños.
Por este motivo, Janer entiende una isla como su casa, como un lugar en
el cual puede desarrollar su imaginación, sentirse libre y recrearse. Es un
lugar lleno de literatura y donde cualquiera tiene algo que contar.
A lo largo del escrito se le da mucha importancia a la palabra como
fuente principal de significado, relacionándola con una isla por su sentido
pleno y solitario. Con esta aproximación se pretende hacer una metáfora entre la
palabra y la isla, interpretando la isla como una parte y fuente de inspiración
esencial de la literatura.
Los niños que crecen con historias crecen con literatura y antes de saber
de su existencia ya comienzan a valorarla y apreciarla. Por este motivo, pienso
que es tan importante llevar a los niños a lugares imaginarios desde tempranas
edades, y la mejor forma de hacerlo es a través de pequeñas historias mediante
las cuales poder disfrutar y estimar la literatura, porque la literatura no
solo son los cánones literarios, ni mucho menos, literatura es mucho más,
abarca desde una simple palabra alejada de todo contexto hasta un cuento
inventado por un anciano. Por tanto,
deberíamos plantearnos una necesaria reestructuración de lo que entendemos hoy
en día por literatura y centrar nuestra atención en lo realmente importante,
que los niños se interesen por la literatura y no que arbitrariamente lean los
escritos estipulados por entendidos que, en muchas ocasiones, no conocen ni los
gustos ni las preferencias de los pequeños lectores.
En conclusión, destacar que, no importa donde nazcas porque la literatura
está en todas partes y de todo se puede hacer literatura, lo importante es
saber potenciarla y extraer de ella todos los aspectos positivos que se pueden
desarrollar en los niños. Que nunca se pierda la buena costumbre de contar
historias a los más pequeños, porque es la forma más sencilla de viajar y
explorar nuevos mundos imaginarios, dando rienda suelta a la imaginación y a
los sueños.
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