lunes, 7 de octubre de 2013

La literatura infantil en la España de los noventa

Ana Garralón


Ana Garralón comienza su artículo analizando la literatura infantil de años atrás. En los 80 ésta creció hasta alcanzar las cotas máximas de cantidad y calidad, pero a principios de la década de los 90 sufrió un bajón que tuvo como consecuencias la desaparición de diversas editoriales y colecciones, además se moderaron las traducciones de obras extranjeras y se les dio protagonismo a autores nacionales. Pero, a pesar de todo, la autora afirma que hay un exceso de producción, poco promoción y escasos espacios de reflexión. Por esto se hace dos preguntas y argumenta una serie de respuestas para las mismas: ¿qué buscan las editoriales? ¿Qué hacen los escritores?

Con respecto a la primera cuestión afirma que la única intención de las editoriales españolas es vender. Diferencia las estrategias de las grandes editoriales, las cuales se han visto obligadas a buscar otros espacios paralelos a la escuela y la intención de las pequeñas que desean entrar en las escuelas y, explica, alimentan el catálogo con traducciones. Ana argumenta, además, que para producir tantos libros se rescatas textos perdidos, pero sobre todo se abastecen los autores y novelas de los numerosos premios que dan las editoriales, los cuales consiguen de esta forma su momento de gloria en la prensa. 

Garralón asegura que los autores actuales tienden a una literatura en la que no se plantean conflictos, escasamente exigentes y dirigida a lectores con un gusto literario poco formado, alegando además que los autores no se molestan en buscar temas que se salgan de los tópicos para niños. Destaca el acontecimiento de la obligatoriedad en la educación hasta los 16 años que dió lugar a nuevas generaciones de talentos. 

Pero a pesar de estas novedades sigue criticando que impera un modelo (jóvenes contemporáneos con algo que resolver que encuentran el amor) y no tocan tabúes como sexo, religión o política. Destaca seguidamente algunos escritores que publican novelas a su parecer inusuales, aunque entre tantas novelas que se publican al año es díficil encontrar algo valioso.

En mi opinión, la autora del texto tiene razón, ya que usualmente la literatura juvenil e infantil se encuentra aferrada a una serie de tópicos de los cual pocos autores salen, debido, posiblemente, a la presión de las editoriales, que buscan un producto comercial, blanco, que no hiera sensibilidades para poder vender los máximos ejemplares posibles. Sin embargo, existe un mundo literario mas allá de estas obras, que, por no tener el respaldo de grandes marcas, quedan relegadas a un segundo plano. Por eso, nosotros los docentes deberíamos impulsar a los alumnos a que sepan ir mas allá de lo meramente comercial.


Candela Pulido Torres

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